Historia

Linares, cabecera de la campiña norte del antiguo Reino de Jaén, con una superficie de 198 Km2, se halla en una zona del sur peninsular flanqueada por Sierra Morena al noreste y la Loma de Úbeda por el este. 

Posee una red fluvial tributaria, en su mayor parte, del río Guadalimar (el Tagus Parnasum, de los romanos), que marca el límite municipal con las vecinas poblaciones de Vilches, Ibros, Lupión y Torreblascopedro, al suroeste; mientras que el Guadiel, otro afluente menor del Guadalquivir, la separa, al oeste, de Bailén y Guarromán.
 Una destacada extensión de bosque mediterráneo adehesado, con predominio de encinares, junto a un singular entramado hidrográfico, hicieron de Linares, en otro tiempo, lugar de codiciado aprovechamiento ganadero. 

Pero será la explotación de sus ricos filones de plomo argentífero la que asome la 
ciudad a la Historia. 

 

En su término municipal, confín de la Oretania, fue fundada, alrededor del siglo VI a.C, Cástulo, la patria de Himilce, esposa del general cartaginés Aníbal y donde perdió sus tropas y la vida Publio Cornelio Scipión.

 Los más recientes hallazgos arqueológicos arrojan indicios de ocupación humana ya en el calcolítico, es decir, aproximadamente hace unos 2000 años a.C, aunque la primera vez que encontramos el nombre "Linares" no lo hallemos, sin embargo, hasta 1155, durante el reinado del emperador Alfonso VII. Durante la Baja Edad Media las fuentes documentales dan permanente noticia de un Linares bajo jurisdicción de la otrora toda poderosa ciudad de Baeza. Fernando III, "El Santo" se la da, en calidad de aldea, en 1231 y Felipe II, en 1565, se la quita y le otorga el villazgo. Contaba, entonces, Linares con algo menos de 1500 vecinos. El extensísimo término municipal que, hasta la repoblación de Sierra Morena por Carlos III, quedará bajo su exclusivo control ofrece ya los suficientes recursos para mantener su población.

Linares, aunque nunca deja de explotar, a cielo abierto, sus inagotables riquezas minerales, es a mediados del siglo XIX, con la introducción del maquinismo y el capital extranjero, cuando da el salto, cualitativa y cuantitativamente, más grande de su historia. 
En unas décadas multiplica su población por seis y obtiene el título de ciudad, que le otorga, en 1875, Alfonso XII.
  El producto de sus entrañas comienza a cotizar en la bolsa de Londres y la ciudad experimenta una impresionante transformación urbana. 
Se convierte en un bullidero de gentes venidas de cualquier parte, con la esperanza de una vida mejor.
Ve abrir legaciones diplomáticas de Gran Bretaña, Francia, Alemania y Bélgica. 
Llega el ferrocarril y con él todo imaginable signo de progreso; se abren casinos y círculos recreativos; se crea, bajo el patronazgo de los Marqueses de Linares, una Caja de Ahorros propia, un hospital y un asilo.

Durante más de un siglo Linares cuenta con la preferente presencia de una sucursal del Banco de España. 
Aquí, también, será donde se acabe certificando el nacimiento del movimiento obrero en la provincia; donde las ondas propaguen la primera emisión radiofónica de la provincia; donde se cree la primera escuela de ingenieros y capataces de minas y también una cámara de comercio, y todo signo de cultura y refinamiento. 
En definitiva, riqueza que otorga a Linares un puesto en el concierto provincial que ya no abandonará nunca.

Sus minas acabarán cerrando y sus renqueantes tranvías desapareciendo, pero para ello tenía ya Linares alternativa. 

En nuestro suelo se asienta desde hace cincuenta años la que fuera mayor factoría automovilística de Andalucía, "Santana", hoy reconvertida
en un parque empresarial que ha conseguido que olvidemos nuestro ranking de productor mundial de plomo en favor de la fabricación de vehículos todo terreno, generadores eólicos, o vagones de metro. Todo un entramado, por lo demás, de empresas auxiliares que junto a la diversificación comercial ha anclado la ciudad en la cabecera comercial de su comarca y convertido en locomotora industrial de la provincia.

Una decidida apuesta turístico-cultural nos ofrece, también, un seguro valor añadido. 
Contamos con museos; con el mayor parque cultural de Andalucía. 
En torno al conjunto arqueológico de Cástulo, con cerca de 80 hectáreas; uno de los mayores complejos deportivos de Andalucía, "La Garza", entre un bosque de encinas. 

Linares es el municipio con el mayor número de bienes patrimoniales protegidos de Andalucía. 

Es sede permanente del mayor evento ajedrecístico del mundo.

Cuna de la taranta, que es "quejío" y lamento que sale de lo hondo de la mina; Linares, es donde por vez primera vio la luz el maestro Andrés Segovia, o Raphael, y tantos grandes toreros; Linares, es donde por última vez la vio "Manolete". 

Linares cuenta, también, con fiestas y tradiciones de fuerte arraigo popular: 


 Su Semana Santa, declarada de interés turístico de Andalucía; su entregada devoción por María Santísima de Linarejos, patrona de la ciudad; la Real Feria y Fiestas de San Agustín que, desde 1734, no han faltado a su cita por agosto. 

Pero Linares es, también, lo que ya está construyendo o lo que a corto plazo proyecta: nuevas industrias, una nueva red viaria, la autovía con Levante, el mayor puerto intermodal de Andalucía, un campus científicotecnológico. La ciudad reconvertida, toda ella, en un gran centro comercial abierto. Su patrimonio arqueológico industrial, el mayor del mundo, que reclama la declaración de patrimonio cultural de la humanidad. Y con todo, no acabaremos de imaginar Linares. 

Hay que venir, pues lo más atractivo de la vieja ciudad minera es su gente.